Lo más probable es que si sufres de lumbago, te has lesionado o si te duelen los músculos después de hacer ejercicio, alguien te haya recomendado que te pongas una bolsa de hielo o una almohadilla térmica para aliviar el dolor, la inflamación o la rigidez. Pero en lo que se refiere a la temperatura y a cómo cada uno de ellos afecta a nuestro cuerpo, el frío y el calor no podrían ser más distintos, y esta diferencia, también se extiende a lo que ocurre bajo la piel.
Usa la temperatura de forma segura
En primer lugar, cuando se utiliza frío o calor para recuperarse de algún malestar, hay que tener en cuenta algunas precauciones. No es conveniente que ninguna de las dos temperaturas entre en contacto directo con la piel, ya que un exceso de frío puede provocar la congelación de los tejidos de la piel y un exceso de calor, quemaduras. Con el frío, asegúrate de envolver, por ejemplo, la bolsa de hielo con una toalla o una funda de almohada. Y con el calor, asegúrate de que esté tibio, pero nunca muy caliente. Si la temperatura es muy alta, se recomienda colocar varias capas entre la fuente de calor y el cuerpo, por ejemplo, una toalla, una camisa y un polerón.
Enfriar el cuerpo
Según los expertos, el frío es más que un analgésico. De hecho, el frío es especialmente útil si el dolor muscular o articular está asociado a la inflamación que suele acompañar a las lesiones relacionadas con el ejercicio excesivo o la artritis. Aplicar frío hace que los vasos sanguíneos se estrechen, reduciendo el flujo de sangre a la zona afectada. Es por eso que es de gran ayuda para reducir la inflamación que causan aquellos problemas. Y aunque la inflamación no sea visible, uno de sus síntomas es el dolor, esto significa que si aplicas frío en la zona afectada, se logrará reducir el dolor.
Calentar el cuerpo
Aplicar calor hace que los vasos sanguíneos se dilaten, lo que aumenta el flujo sanguíneo, es por eso que cuando te vas a hacer exámenes o cuando donas sangre, es muy común que te apliquen calor en la zona de la aguja. Esto lleva más elementos biológicos, como oxígeno y nutrientes, a la zona lesionada, lo que puede ayudar a aliviar con el tiempo el origen del dolor. Como resultado, el calor tiene una serie de beneficios, como la disminución de la rigidez articular, el aumento de la flexibilidad, la reducción del dolor y el alivio de los calambres y espasmos musculares.
¿Cuánto tiempo se debe aplicar frío o calor?
La regla general, tanto para el frío como para el calor es de 20 minutos, luego se retira la fuente de temperatura por otros 20 minutos. Existen excepciones, como las almohadillas térmicas portátiles de bajo nivel de calor, que están pensadas para usarlas todo el día. Pero es importante que consultes a tu médico antes de aplicar frío o calor si tienes problemas cardíacos o hipertensión, debido a que ambas temperaturas afectan a los vasos sanguíneos.
El frío y el calor pueden ayudar a aliviar ciertos problemas musculares, pero ahora ya sabes que funcionan de formas completamente diferentes, y cuando se trata de aliviar el dolor, todo depende del tipo de dolor que estés experimentando y de lo que estés haciendo en ese momento. Si los utilizas adecuadamente, puede ayudarte enormemente, así que ahora ve y haz tus ejercicios o actividades diarias con confianza.
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